La partida de Felipe Goizueta generó una profunda repercusión en el sector rural de la provincia. Nacido en Santa Fe el 21 de junio de 1941, desde pequeño se había dedicado a las actividades ganaderas. Trabajó varios años con sus hermanos, hasta que decidieron separarse. Durante un tiempo trabaja en el zoológico de Buenos Aires.
En la década del 60 llega a Tucumán, donde realiza peritajes agronómicos para el banco Nación. Con el tiempo, junto a un socio abre Agro Consult, y en 1972 compran el campo Montecristo, que luego dividen. A Goizueta le quedan 500 hectáreas, que dedica a la agricultura y a la ganadería.
Se destacó como dirigente de la Sociedad Rural de Tucumán (SRT). Durante varios años fue vicepresidente; y con más de 50 años de socio se convirtió en vitalicio. Siempre mostró gran afecto por la entidad.
Desde inicios de los 70, junto a otros productores, desarrolló el este de la provincia; más desde la ganadería que desde la agricultura.
En 1978 logra un premio de reservado gran campeón en Santa Gertrudis en Palermo, que lo marcó para siempre. Por nueve años fue jurado en Palermo de la raza Santa Gertrudis, y siempre trató de fomentar esta raza en el país.
Goizueta tuvo presencia permanente en la Comisión Provincial de Sanidad Animal (Coprosa) y en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa). Y participó en cuestiones de seguridad rural -sobre todo, en abigeato-. Colaboró con la carrera de ingeniería zootecnista de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Tucumán, mediante el vínculo de esta con la SRT y el permanente apoyo a los alumnos de los últimos cursos.
En numerosas ocasiones colaboró con LA GACETA -en especial, con este suplemento- y con otros medios en cuestiones ganaderas.
Su partida deja un gran vacío. Sus dos hijos y su nieta, junto a sus amigos y colegas, harán que se recuerde la dedicación que el “Vasco” puso en la ganadería de la provincia y de la región, y la bonhomía que fomentada con aquellos con quienes se vinculaba.